Tuvimos que recoger los boletos por la mañana, ya que los de la taquilla se pusieron mamones. "Tienen que traer el correo impreso". Pues ya que. Ahí me tenían, desvelado, con hambre pero con ganas de ver a mi equipo (y gratis).
Llegamos a las 16:00 horas, y no tardaron en salir los revendedores. "Te sobran o te faltan, traemos también los de Messi de mañana joven", decía uno de estos judíos mientras nos acompañaba en nuestro camino, cual sanguijuela, a mi papá y a un servidor.
Llegamos y la clásica rutina de revisión. Chale, hasta parece chiste de mal gusto, pero nos revisaron tan cabrón como a los de La Sangre (sus razones tendrñan los polis). No hubo inconveniente alguno para entrar al estadio, el problema eran los lugares, ya que los boletos eran generales y se encontraba casi llena la zona de la puerta 10. A pesar de ser boletaje general, no me incomoda mucho siendo el Azul, ya que en este estadio se ve bien desde cualquier zona.
Y justo 10 minutos antes de comenzar el partido se dejó venir la lluvia. Al principio, solo una brisa. Después, no hubo capa de $15 que cubriera tanta lluvia. Pensé que muchos se iban a levantar de sus asientos y abandonarían el encuentro, pero no. Los que se retiraron fueron los menos (como 10, 15 a lo mucho, conté yo).
Lamentablemente, el Atlas comenzó ganando. "Vale madres Azul, pongan huevos, no me vine a mojar a lo pendejo", gritaba un aficionado a mi lado. No faltó el "borrachín-buenaonda" que trata de animar a todos. "A la de tres, le gritamos fuaaaa a Yosgart". Pero, en la segunda mitad, cual script de película, se dispersó la lluvia y vino el empate celeste. Hace mucho que no gritaba un gol en vivo. Y el segundo sonó más fuerte.
El público se fue contento al término de los 90', menos la "51" (lástima, chavos). Pese a ir perdiendo, el diluvio y la lejanía de "las Celestes", los verdaderos aficionados se quedaron a ver la victoria de su equipo. Ojalá y entienda el señon Álvarez que la afición no le esta dando la espalda al Cruz Azul, mas en cambio la Directiva le esta dando en la madre a la máquina. Ahhh, y también, si no es mucho pedir, ¡que le ponga techo al Azul!