En un excelente partido en Camp Nou, bien jugado, con grandes goles, intenso, un espectáculo de los grandes, en el que un contundente y afortunado Barcelona despidió de la Copa al Real Madrid, que se marchó con la cabeza alta, mostrando un nivel diferente a los partidos pasados contra el Barca, en especial en el primer tiempo y que a minutos de irse al descanso con el 0-0 perdió la eliminatoria, con dos golazos de Pedro y Alves, y que el segundo tiempo el Madrid no bajó los brazos y recuperó valores como la autoestima y la identidad, que tanto se echaron en falta en la ida, pero sobre todo recuperó el juego.
El Madrid se demostró a sí mismo en el Camp Nou que sabe jugar al fútbol y con ese argumento como base principal de su comportamiento es capaz de discutirle el triunfo al Barça. Al Madrid le faltó su contundencia cuando le acompañó el juego. Un juego que fue muy superior al del Barcelona, que sufrió como nunca ante un Madrid que mandó, se hizo respetar y supo disputar la posesión del balón a los hombres de Guardiola, al que se le vió incómodo e inquieto, más apurado que de costumbre.
El Madrid jugó mejor, fue más brillante que el rival y llevó todo el partido al ritmo que el queria jugar, que sobrevivió gracias a dos grandes goles de Pedro y Alves, y que se compensó con otros dos grandes goles y acariciando el milagro con los tantos de Cristiano, muy centrado y metido en el partido en todo momento, y de Benzema, sustituto de Higuaín. Y por encima de ese nivel estuvo Özil, lúcido, participativo, con una enorme capacidad para asociarse y desequilibrante con todos sus movimientos y sus pases.
Se terminó con la misma historia de siempre de los ultimos años, el Barcelona venciendo a los merengues, a pesar del gran despliegue y el gran juego de los blancos que no le alcanzó para superar en el global. Se despidió el Madrid de la Copa, el actual campeón, pero lo hizo a lo grande, sin esconderse nada, con su versión más reconocible. Se fue siendo fiel a sí mismo, jugando al fútbol.
El Madrid se demostró a sí mismo en el Camp Nou que sabe jugar al fútbol y con ese argumento como base principal de su comportamiento es capaz de discutirle el triunfo al Barça. Al Madrid le faltó su contundencia cuando le acompañó el juego. Un juego que fue muy superior al del Barcelona, que sufrió como nunca ante un Madrid que mandó, se hizo respetar y supo disputar la posesión del balón a los hombres de Guardiola, al que se le vió incómodo e inquieto, más apurado que de costumbre.
El Madrid jugó mejor, fue más brillante que el rival y llevó todo el partido al ritmo que el queria jugar, que sobrevivió gracias a dos grandes goles de Pedro y Alves, y que se compensó con otros dos grandes goles y acariciando el milagro con los tantos de Cristiano, muy centrado y metido en el partido en todo momento, y de Benzema, sustituto de Higuaín. Y por encima de ese nivel estuvo Özil, lúcido, participativo, con una enorme capacidad para asociarse y desequilibrante con todos sus movimientos y sus pases.
Se terminó con la misma historia de siempre de los ultimos años, el Barcelona venciendo a los merengues, a pesar del gran despliegue y el gran juego de los blancos que no le alcanzó para superar en el global. Se despidió el Madrid de la Copa, el actual campeón, pero lo hizo a lo grande, sin esconderse nada, con su versión más reconocible. Se fue siendo fiel a sí mismo, jugando al fútbol.
