Anoten bien la fecha. El día de hoy ha descendido un gigante de Argentina (por historia, afición y campeonatos) luego de 110 años de fundación.
Equiparable a un descenso merengue o, hablando más localmente, del América y Cruz Azul (dentro de todas sus dimensiones) el equipo se dejó alcanzar, cual liebre contra la tortuga, por equipos modestos y sin comparación con el potencial económico de los Millonarios. De hecho, esta tarde cayó ante uno de esos clubes. Por 3-1 global, Belgrano de Córdoba se ha salvado de irse a la Segunda División Argentina.
Los hinchas argentinos no se quedaron de brazos cruzados y comenzaron a manifestarse en contra del equipo que, en años recientes, los ha decepcionado.
La violencia comenzó desde el partido del miércoles en el cual cayeron por marcador de 2-1. Aficionados de River invadieron la cancha y recriminaron a los jugadores por el pésimo desempeño. Y así ocurrió en el partido de vuelta. Al no ver orden en los minutos finales, el árbitro central determinó el final del encuentro. El equipo de La Plata ha caído y su principal enemigo fue él mismo. Su soberbia y pereza no lo pudieron salvar.
Equiparable a un descenso merengue o, hablando más localmente, del América y Cruz Azul (dentro de todas sus dimensiones) el equipo se dejó alcanzar, cual liebre contra la tortuga, por equipos modestos y sin comparación con el potencial económico de los Millonarios. De hecho, esta tarde cayó ante uno de esos clubes. Por 3-1 global, Belgrano de Córdoba se ha salvado de irse a la Segunda División Argentina.
Los hinchas argentinos no se quedaron de brazos cruzados y comenzaron a manifestarse en contra del equipo que, en años recientes, los ha decepcionado.
La violencia comenzó desde el partido del miércoles en el cual cayeron por marcador de 2-1. Aficionados de River invadieron la cancha y recriminaron a los jugadores por el pésimo desempeño. Y así ocurrió en el partido de vuelta. Al no ver orden en los minutos finales, el árbitro central determinó el final del encuentro. El equipo de La Plata ha caído y su principal enemigo fue él mismo. Su soberbia y pereza no lo pudieron salvar.